martes, 29 de noviembre de 2011

HASTA EL MEDIODÍA...

Extraño día.
Primera caña a las 11:30h de la mañana, con el maldito cielo gris sobre la espalda.
Mediodía, 13:30h, otro lugar, otras caras, otras cañas y el mismo peso plomizo y yo cual frágil Atlas.
No hay anestésico suficiente para según que heridas.
Pocos grados tiene la cerveza para adormecer la conciencia en estado de alerta, pocas horas tiene el día para tantas faenas por resolver, que se dilatan inmisericordes...
No puedo.
No quiero.
Debo.
Me esfuerzo.

Me agoto.

jueves, 24 de noviembre de 2011

LUZ

Paso cada día, por necesidad, que no por placer, frente al mismo edificio. Cada día, inconscientemente, he mirado las ventanas de uno de sus pisos y sólo hoy he reparado en el detalle de que SIEMPRE tiene echadas las persianas.

Es esta una casa que conozco bien, como conocía a quienes vivían en ella y como conozco a quien sigue allí todavía. Digo "sigue" y no "vive", porque empiezo a pensar que lo suyo no debe ser vida, al menos no como yo la entiendo.

La persona que habita ese lugar que me es tan familiar y con quien coincido alguna vez...es...está...se ha convertido -no encuentro las palabras- en un ser silencioso, reservado, casi huraño en algunos momentos...infeliz y sin luz, sin luz como su casa. Y es que claro, en un lugar donde nunca entra el sol...difícilmente entrará algún instante de felicidad. Es mi opinión, por supuesto, o sea, la de alguien que necesita la luz tanto como el aire. Por eso me gustaba tanto Madrid (contaminación aparte).

Pues eso, que por enésima vez confirmo que, los espacios que habitamos son un fiel reflejo de quienes somos y como nos sentimos. En mi casa las ventanas están abiertas, hasta el punto de que, ni de noche suelo acordarme de cerrar las persianas y cada día la luz inunda sus rincones, y yo, como mi perro, me siento cuando puedo al sol y todo se me hace mucho más feliz y llevadero.

martes, 22 de noviembre de 2011

TOZUDA MUJER

Es apenas una cálida gota,
indiscreta,
resbalando por un muslo
y el rastro de ardiente saliva en la espalda.

Es la huella dulce en los párpados,
en el lóbulo desnudo
y en la comisura de los labios.

Es el calor al otro lado de mi cama,
el último sorbo de mi penúltima Estrella,
el sueño,la vigilia y la distancia...

Y yo soy, tozuda mujer,
quien se diluye en el placer de imaginarla.

lunes, 21 de noviembre de 2011

DESPUÉS DE UN BREVE SILENCIO

Esta tarde intentaba responder a una persona querida sobre porqué no he escrito en los últimos días y no estoy nada segura de haber sido capaz de hacerme entender. Le dije, más o menos, que no siempre puedo poner, negro sobre blanco, todo aquello que bulle en mi cabeza, no por que no pueda encontrar las palabras o por dejadez ni pereza, sino por que a veces, eso supone enfangarme en profundidades en las que no tengo ni las ganas ni la energía suficiente para meterme.

Hurgar en esos rincones de una misma en los que que casi nunca se toca, desempolvar sucesos por los que se ha pasado de puntillas -de puro miedo de darse cuenta de algo doloroso-, ponerle nombre y apellidos a las pequeñas frustraciones que se van amontonando...todo eso puede ser, o mejor, es para mi un esfuerzo al que me obligo por salud mental y/o emocional, pero que detesto profundamente y en estos días de silencio... es que he estado para pocas guerras y mucho menos para aquellas que me hieren más, que son las que emprendo conmigo misma.

Buenas noches.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

SOLEDAD y SILENCIO

Hay días en que una transita, sin darse cuenta y sin quererlo, por lugares malditos de la memoria -malditos por perdidos, no por malos-. Instantes en que, incluso la propia piel se da la vuelta, descubriendo cada rincón vulnerable, hasta sentir como una garra cruel se aferra a la herida abierta, haciéndola sangrar sin piedad alguna. Lapsus de tiempo en que el reloj, tirano, invierte la marcha de su precisa maquinaria, dejándome indefensa, ingenua, enamorada, absurda y torpe en un lugar y en un tiempo -siempre el tiempo- que ya fue, pero cuyo rastro de agudo dolor aparece periódicamente, como una puñalada. Y entonces, en esas horas de hemorragia emocional, prefiero, busco y suelo conseguir, como muletas para tan mal camino, las mejores: la soledad y el silencio, que al fin y al cabo, pasado el mal trago, ahí se quedan, impertérritas y perdurables aliadas, hasta mejor ocasión o simplemente, hasta la próxima.

martes, 8 de noviembre de 2011

Ay, esa tos...(para empezar...)

Cof cof...Nunca debí volver a fumar, pensó, pero fue un pensamiento fugaz, liviano, como el mismo humo del cigarrillo proveniente de la mesa de al lado. No era ese un pensamiento o una reflexión sobre la larga lista de "horrores" que acompañan al hecho de fumar de manera continuada, no, nada más lejos...Todo eso lo sabía, antes, durante y después de abandonar el viejo hábito, pero lo que realmente la llevaba a exclamar, de vez en cuando, aquello de "nunca debí volver a fumar", era todo lo que comenzó a añorar a partir del segundo cigarrillo y cuyo recuerdo estaba envuelto en humo de tabaco, a veces sólo de tabaco y otras veces...de otras hiervas...Si, por ejemplo, el cigarro de después de, luego el sexo parecía no tener el mismo dulce final si faltaba el pitillito puñetero...
Las decenas de colillas en el cenicero de aquel viejo café, donde pasaban las horas sin sentir o sintiendo demasiado o esperando a aquel amor que nunca llegó a terminarse del todo...
Podría seguir con la lista de añoranzas que ha provocado esta recaída, pero prefiero irme al terreno de
"la recuperación"..., para lo cual abandonaré temporalmente las cañas, la escritura de bar, cigarro y barra...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ARMAS DE SEDUCCIÓN

Mis ojos y el deseo que verán los tuyos en ellos...

Mis manos, llenas a rebosar de ganas...

Mi voz, para repetir lo que ya sabes...

Y mi boca, para regalarte las sonrisas y los besos que guardo...

ENVIDIA

Cómo envidio a quien se acerque por tu espalda, despacio, para abrazarte mientras miras distraída la luna y a quien bese tu boca antes de que el sueño te envuelva.

Cómo envidio la mano que pueda acariciar tu mejilla mientras duermes o a quien te acompaña en esos ratos en que te rindes al generoso regazo del sofá, para enredarme entre tus piernas.

Como envidio al viento juguetón que se cuela entre los botones de tu blusa y al sol que lame y dora tu piel.

Como envidio no ser quien pueda tomarte suavemente de la cintura y dejarte sin ropa y sin aliento...Y sabiéndote tan cerca, tan fácil, se me seca la boca y el corazón me late más allá del pecho...tanto que al final me cuesta hasta escribirte,