martes, 22 de mayo de 2012

NO ES TIEMPO DE SILENCIO

En tiempos convulsos, sea porque nuestros detestados políticos hagan jirones los logros conseguidos a fuerza de sacrificio, sea porque las guerras, las hambrunas, la sequía...aniquilen comunidades, sea porque la macroeconomía nos aplaste con su tiránica bota...o sea porque, más cerca, simplemente amemos sin respuesta, nunca son estos tiempos de silencio. No deben serlo.

Nada, nadie, debe aniquilarnos la voz, el pensamiento. La católica resignación  no puede atarnos ni amordazarnos, por más que quienes se alcen en representantes de un dios todopoderoso griten más que nosotros o manejen poderes que no están a nuestro alcance.

Leo, he de confesar que muy por encima, básicamente por falta de ganas, noticias del país en el que vivo y en el que muchos empiezan simplemente a sobrevivir, donde la escuela -ya bastante vapuleada- al igual que la salud, se convierten en lujos al alcance de unos pocos, donde los poderes religiosos campan a sus anchas y alzan la voz -ellos sí, con buenos pulmones y al amparo del gobierno de turno- para forzar una involución en las instituciones y en los derechos de los ciudadanos, que claramente les conviene. Es tan fácil manipular al indefenso, el individuo aplastado por el miedo!!!

Veo cada día un país donde a la gran banca se le sirven en bandeja millones de euros, mientras en la cola del paro la miseria se hace insoportablemente patente. Un país donde ser homosexual vuelve a ser una enfermedad y la enfermedad una condena, ir a la universidad un privilegio de unos cuantos, los de siempre, sostener una pequeña empresa un suicidio y apostar por un sueño una locura.

Vivo en un país que me indigna y me avergüenza y por eso creo que no es tiempo de silencio, sino de hacerse oír, de no utilizar los argumentos ni las armas de quienes pretenden subyugarnos con sus recortes, sus amenazas o su impúdico ejercicio del poder. Ni el pensamiento ni la voz pueden ser patrimonio de nadie, más que de cada cual y hay que aunar esfuerzos y acompasar las voces, para que se nos escuche más alto y más fuerte.

Ya de paso podría escribir, de tu a tu, sobre mi misma, que es siempre lo que menos me cuesta, y hablar de la constancia del mar y la fuerza de las olas, que de vez en cuando nos devuelven a la arena sin dejarnos avanzar...y podría decir que, pese a lo difícil que es traspasar algunas fronteras y derribar algunos muros, también mi voz, con la fuerza  y la constancia que da saberse escuchada, llegaré....llegaré y no guardaré silencio.

Un martes más.




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