viernes, 21 de septiembre de 2012

DULCE EVIDENCIA

No la vio acercarse, sólo sintió el calor de su mano en la cintura y no necesitó más. Hay gestos, sensaciones que nunca se olvidan y eso que ha llovido y nos hemos abrasado al sol...sin embargo, cuánta ternura contenida en un instante, en un pequeño trozo de piel...

Nada entre nosotras dura ya demasiado, pero no importa, es como cuando al pie de una hoguera que ha ardido largamente un leve soplo de viento la avivase de nuevo...y una comprende que nada se muere del todo si una no lo deja morir. Se aprende a vivir con la ausencia y a disfrutar de lo que vamos logrando, esas pequeñas brisas, esos restos de ceniza que se enrojecen un segundo, ese calor, esa mano, esa mejilla, esos minutos en un parque, esa sonrisa cómplice todavía...Y la memoria del deseo aviva también el deseo y es la memoria del amor compartido lo que hace renacer la ternura en una breve e intensa cercanía, que no es nada, nada es y, sin embargo, nos ilumina y nos rinde a la más dulce de las evidencias: no fue un error y realmente valió la pena.



jueves, 20 de septiembre de 2012

TORBELLINO

Pensar, escribir, tomar decisiones, abandonarse, reencontrarse, querer huir y obligarse a permanecer...Hacer listas, la compra, tender, esperar lo imposible o cuando menos muy difícil. Sudar, soñar, hacer las maletas, deshacerlas en otro lugar, subir y bajar cientos de veces la misma inoportuna escalera. Tomarse una caña, otras cinco tal vez, no, no debo, el zumo de cebada no es anestésico suficiente. Un alto!

El reloj no se detiene, la vida tampoco se para y el sol de otoño se enmascara como si fuese julio. Huele a humo, algo se quema y no soy yo o sí. Hay quien me habla de fases, fases?, sí, fases. Bueno, cada cual con sus cosas, pero la luna es igual de hermosa que siempre o eso creo o tal vez sea mi mirada, pese a todo, tan optimista como siempre y ya sé que puede no parecerlo, que para eso ahí está mi tendencia a cierta melancolía, que ignoro si lo da la tierra, el origen o una especie de "no-cordura", que no llega a ser locura medicable, afortunadamente, que tanta exceso de falsa sensatez y equilibrio, no es más que eso, una impostura, un fraude mayúsculo, nadie se libra de su propia e inestable avalancha de emociones, su propio torbellino, que diría ella, quien yo me sé y me callo.

En fin, que no pare la noria, pero que no me/nos distraigan las luces de colores, la música que aturde y el aplauso servil...La carrera sigue, la vida sigue, el corazón late, tu nombre sigue pintado en los muros de mi ciudad, a la orilla de tu río con nombre de novela...Tu también tienes nombre de novela, de una novela que no fui capaz de leer en su día, porque era tristísima, pero a ti te leo mucho mejor, incluso cuando no escribes, incluso cuando estas en otra fase, como la luna.

jueves, 13 de septiembre de 2012

ESCRIBIENDO

"Ya se habían visto antes, en dos ciudades distintas y mediando muchos kilómetros, pero nadie auguraba un tercer encuentro y sin embargo, un mal viento, una noche de lluvia y una llamada de teléfono pidiendo cobijo volvieron a unir sus caminos".

Ella vivía entonces en una ciudad con historia, no lejos del mar, por cuyas callejuelas y al amparo seguro de sus piedras milenarias, cargaba a la espalda su mochila y como el Atlas de una de sus plazas, un amor en agonía pesado como un mundo.

Ella, la otra, más joven, llegó salobre e inmensa como el mar al que amaba y en el que se perdía en cuanto se lo permitían sus obligaciones y un amor también en horas bajas. Y así, una noche de perros, con todas las gaviotas huyendo del temporal encaramadas en la hermosa catedral empezaba a gestarse una larga e intensa historia de amor. Tan larga y tan intensa que este pequeño blog no sería suficiente para contarla ni contenerla, pero que como cada mes de septiembre, merecía y se merece la ternura del recuerdo del único modo que sé y me sale: escribiendo.




miércoles, 12 de septiembre de 2012

NO QUISE

No quise rendirme nunca, que yo recuerde, aunque la memoria, tan sabia, quizá me engañe.

No quise renunciar y ahí sé que no me equivoqué, ni me equivoco.

No quise dejar de escribir y seguí leyendo.

No quise detenerme y fui nómada, hasta que al fin eché una honda raíz.

No quise dejar de amar, con todos sus desasosiegos y amé.

No quise irme y no me iré.

domingo, 9 de septiembre de 2012

DECIR TE QUIERO

Decir te quiero y que no te quieran es triste, pero decir te quiero desde lo más profundo del alma y que la respuesta sea que no saben qué responder es terriblemente amargo.

Hay quien cree que debe decirse te quiero con cuentagotas, que sino se desvirtúa y pierde sentido, pero hay quien sabe también cuanto valor tiene y cuán necesario es escucharlo, sobre todo en horas bajas.

Algunas personas no dicen te quiero por miedo a que les digan que también les quieren y haya que salir huyendo, otras temen hacerse esclavos de sus palabras y eso les ate para siempre a quienes aman, como si las pobres palabras, pronunciadas o escritas, pudieran más que el corazón, que al final, verbalice o no sus emociones, es quien manda.

Te quiero, quérote (tan hermoso, en gallego)...no es una atadura, ni un contrato, ni un compromiso de hacerlo igual ni para siempre. No es un empujón al vacío, que tras un te quiero seguro que habrá unas manos amparándonos, ni es un motor que nos haga volar, si antes no hemos aprendido a caminar sol@s. No es un colchón sobre el que dormirse, que seguir queriendo requiere voluntad y esfuerzo y paciencia, a menudo, mucha paciencia.

Te quiero no significa propiedad, que si no es generoso no nos quieren ni queremos, ni es esperar respuesta alguna, pero que si llega es bienvenida y nos devuelve la calma.

Te quiero es, al fin, que me quiero más a mi por haber aprendido a quererte, es que seas feliz, que la vida te mime y no te hiera, que no olvides que me tienes, por eso, por que te quiero y me da la gana.



PERFECTAMENTE IMBECIL

Hay mañanas en que una se levanta -o directamente no se acuesta, como es el caso- y la única sensación que prevalece sobre todas las demás es la más difícil de tragar y no es por las ojeras ni por el rictus permanente de cansancio ni por los ojos enrojecidos, no, lo único que una percibe al mirarse, con dolorosa claridad , es su propia cara de imbécil.

He sido capaz de tolerar lo intolerable en nombre de lo que creía que debía y podía hacer por personas a las que quería, pero es obvio que una no sólo ha perdido perspectiva, cosa que ocurre con el exceso de cercanía física y afectiva, sino que he puesto en riesgo cosas demasiado importantes como para no lamentar el tiempo, el esfuerzo y el afecto desperdiciado con quien no se lo merecía. Así que, me lo voy a atar a un dedo, para que no se me olvide nunca...y bueno sería que todo el mundo se lo anote: hay cosas que una no debe permitir en nombre de nada...y así podremos ahorrarnos, para empezar, que quién nos mira del otro lado del espejo sea un/una perfecto/a imbécil.

lunes, 3 de septiembre de 2012

FINAL FELIZ

Voy a contarte una pequeña historia al oído, a ti que manejas como nadie los silencios, esos que más hieren.

Fue hace tiempo, quizá demasiado, pero mi memoria es buena todavía y recuerdo las primeras charlas, ese particular sentido del humor y mi curiosidad, una enorme curiosidad...que las muchas horas que fuimos dedicándonos acabaron por convertir en otra cosa. Y un buen día, que para mi hasta ese instante no era tan bueno, sonó el teléfono y una de las voces más hermosas  que haya tenido el placer de escuchar me provocó un respingo -que dicho sea de paso, dio lugar a una broma que luego se repetiría muchas veces-. Ese momento marcó un punto de inflexión en nuestra curiosa relación y hablamos, hablamos y hablamos...y hemos seguido haciéndolo hasta ahora (pasados ya varios años), con breves o menos breves paréntesis, pero ahí hemos seguido...Entre una cosa y otra, hemos compartido momentos muy intensos, dolorosos unos y otros imposiblemente felices, Y porqué imposiblemente? Pues por nuestras más que peculiares circunstancias, que no tienen ni deben entrar en esta historia, pero que al fin nos han traído hasta donde estamos, después de pasar la angustia de esperarnos, de desearnos profundamente y después de habernos querido mucho....Y no sé si te he dicho, corazón, que hablo de nosotras y de como nos hemos ido encontrando. Además aquí lo dejo, porque me siguen gustando los finales felices.