viernes, 27 de septiembre de 2013

A mis hijos: OS DOY MIS OJOS

Os doy mis ojos
ahora que se tensa el hilo que nos une,
sentido atento a las lágrimas,
que las heridas en la piel ya no importan.

Os doy mis ojos
para velar el sueño las noches que nos roban,
guía que os devuelve cada mediodía
al abrigo de mis brazos

Os doy mis ojos,
mi voz, mi aliento...
hasta que llegue el tiempo...-ya sabéis, paciencia-
y mientras tanto, no os falte ni uno solo de mis besos.



viernes, 20 de septiembre de 2013

NUEVO OTOÑO, VIEJAS GANAS

Comienzo a soñar en rojos y ocres y ya, ya sé que no ha llegado todavía, pero la piel lo intuye, la razón lo espera y el corazón lo desea.

Amarillean las mañanas. Hasta la tierra empieza a oler a otoño, a hoja caduca y manta en la mejilla. De hecho esta noche sentí el primer asomo de frío, doblemente, porque tu no estabas y el está en camino y aunque sé que siempre llega, me puede la impaciencia.

Ansia pueril, así ha sido desde que tengo memoria, con el primer aroma a leña en la cocina, las castañas, la vendimia, las manzanas...el crujir bajo las botas del viejo vestido de los árboles -que nos decía mi abuela-, la lluvia cálida que hará brotar las setas y reverdecer la hierba. Los primeros paseos con chaqueta, un pañuelo al cuello -mi parte más débil- y la vuelta temprana a casa, al abrigo de la lumbre o del amor sencillamente.

Soy animal de sangre caliente, pero de estaciones poco calurosas, de tibio sol y umbría, lo confieso. Necesito del agua que me recluye -o no, depende- tras los cristales, del frío que me justifica aovillada en mi lado favorito del sofá, que me permite enredarme entre tus piernas y abrazarte para darte el calor que te revive.

Como en el tren, me gustan las estaciones de paso, no el final del viaje, por eso el invierno se me hace tan largo, asentado en el gris helador de sus días y el verano tan pesado, con su calor imposible y su exceso de luz, en cambio la primavera  y el otoño, tan coloridos y variados, con la mudanza de sus paisajes...me vuelven pasajera embelesada unas veces y otras, serena tejedora de sueños.






miércoles, 18 de septiembre de 2013

DERECHO AL PATALEO

Mi cabreo de hoy lo es en grado sumo -puntualizo que es de hoy porque ya hace algún tiempo que me cabreo a diario irremediablemete, a pesar de ser un animal de buen humor que además procuro fomentar a mi alrededor-. Leer la prensa, escuchar la radio o ver la televisión me estomaga hasta el hartazgo, no, hasta el cabreo rozando la ira. Las noticias, en su mayoría, sean de ámbito nacional o internacional, suelen ser para quitar el sueño y además, según el color del medio al que se acuda, pueden pasar del uso y el abuso del eufemismo a la hipocresía más evidente, con lo cual no gano para protectores de estómago, calmantes y analgésicos. Encima luego llega lo propio, como abrir el correo o el móvil y encontrarse con que los Bancos, esos que en tiempos de bonanza -de más bonanza, que estos siempre acaban por salirse, no sólo limpios de polvo y paja, sino con pingües beneficios- nos hacían la ola y pretendían convencernos de que nos daban un trato especialísimo por nuestros cuatro cuartos ganados con esfuerzo, ahora nos recuerdan que tenemos un descubierto en cuenta de catorce euros, por ejemplo, por el cual acabaremos pagando cincuenta y cuatro. Ninguna consideración, ningún momento de respiro. Mientras nuestros pequeños o grandes capitales iban y venían por los oscuros túneles de la banca, engordando las arcas de otr@s y dejándonos a l@s demás las migajas -que aun así nos parecían fantásticas-, cuando la crisis (ese ente indefinible al que yo desde luego pondría nombre y apellidos por orden alfabético) pone en jaque a la Gran Economía y a las ya endebles economías privadas, se destruye empleo, nos devoran las hipotecas en cuya trampa caimos cuando aquella evidente burbuja crecia sin parar, como si nunca fuera a detenerse; cuando la educación se desmorona, la sanidad pone en peligro nuestra salud y la  miseria acecha a la vuelta de demasiadas esquinas, los grandes tahúres cierran del todo el grifo y el Estado mira hacia otro lado, silbando, a ver si no nos damos cuenta, mientras tijera en mano, recorta las esperanzas de la mayoría silenciosa.

Estoy muy, muy, muy cabreada y hastiada y si no fuese que tengo que sacar a mi familia adelante y frente a esta pantalla no es donde me busco el pan y la sal (...y el calzado y el techo y los libros del colegio y el dentista y las gafas de los niños -y las mías-, etc, etc, etc )....seguiría ejerciendo uno de los pocos derechos que todavía no han terminado de arrebatarnos: al menos el consuelo del pataleo.

viernes, 13 de septiembre de 2013

EN TU OCEANO

Cuando tengo la fortuna de compartir el tranquilo océano de tu cama, como un barco navego por tus olas y cuando la luna se pone y voy derivando en brazos del sueño, inconsciente hecho el ancla hacia tu orilla. Desde la amura de uno de mis brazos rozo la arena caliente de tu espalda o desde la popa que son mis pies, busco tierra firme en los tuyos. Y la proa, con el mascarón de mis rizos revueltos siempre, siempre apuntando el faro tu cabeza serena.






martes, 10 de septiembre de 2013

EN LAS ARTERIAS

Mi insomnio a veces parece que se cuela en las arterias, late en mis cuello y en la sién. Siento como corre hasta los pies y en el retorno golpea con fuerza, como si fuese a estrellarse al llegar a mi cerebro y de ahí pudiese desbordarse en una sonora y borboteante hemorragia: verbos, adjetivos, números, colores, signos de ortografía...

La piel también se impregna de imágenes recurrentes -caminos de sal, esa escalera en la que siempre temo volver a caerme, mi casa de la infancia, la sed...- y otras nuevas como hoy...un banco en penumbra, la espalda apoyada en la pared, mi pelo ya totalmente encanecido y la promesa de dejar de fumar todavía por cumplir.

Cerré los ojos para quedarme abrazada a esa imagen e intuí su presencia serena, su respiración y luego su mano cálida sobre mi muslo. También su cabello era más gris, pero el horizonte que nos miraba guardar y compartir silencio estaba muy lejos del mar, tan lejos que cuando creí reconocer su olor en el viento tuve miedo y entonces me dormí.








jueves, 5 de septiembre de 2013

AZUL

En su piel el deseo
en sus ojos el mar
En su sexo el fuego
y en su boca la sal

En sus manos el viento
la tierra en sus pies
En su garganta un silencio
y en su lengua la miel...







CON PERMISO DEL DIFUNTO FRAY LUIS DE LEON

"Decíamos ayer"...con permiso del difunto Fray Luis de León y sin cinco años de prisión en medio, porque fue ayer cuando decía que me dolían las manos de tanto pensar y que mi hija se deja las gafas a la hora de dormir para ver mejor los sueños, aunque como se ven realmente bien es en silencio...

Sigo dando vueltas a esta cabeza mía, delirante peonza en los cambios de estación -creo- y reconozco los síntomas que me acechan, soy consciente de que a ratos se me suben los pies a la cabeza y que tengo que tomarme de una oreja y bajarme a la achatada tierra, estrujarla, olerla y pisarla para no perderme o simplemente olfatear como una loba a mis cachorros dormidos y entonces ya la realidad primero me sonrie y luego me abofetea para que de nuevo me coloque la coraza y abandone la cómoda retaguardia de los sueños.

No hay manera de apearse de la guerra.

Las facturas siguen llegando, a los bolsillos le crecen los agujeros, las noticias del mundo en caos no cesan, el país en el que vivo cada vez me gusta menos (el resto de la humanidad también, pero no es precisamente "en el reino de Dinamarca donde algo huele a podrido", es aquí y ahora, en la puerta de la casa propia) y me desespera la desesperanza que leo en cientos de ojos cuando me atrevo a mirarlos por las calles o si oso clavar la mirada en la maldita televisión y sus noticias terribles. Ya no me puede la rabia o cada vez me puede menos y en cambio tiendo a colgarme como un mono de la primera nube que avisto, me da lo mismo cúmulos, cirros, estratos, lenticulares o incluso la fugaz estela de vapor...El caso es que me cuelgo y me aferro largos ratos para asegurarme un tiempo de respiro, unos momentos para renovar las ganas de pelea, que cada vez es más difícil, porque hay batallas que libradas en soledad nacen condenadas al fracaso. Y en cuanto desciendo de las alturas eso es lo que percibo, una profunda soledad, una triste ausencia de manos a las que unirse y tirar del carro maltrecho en que vamos no se hacia donde, pero bueno, aquí sigo, loba cansada, con los cachorros creciendo, amando pese a todo, soñando despierta y dormida, escribiendo con lagunas de silencio sanador y queriendo creer que al final, llegaremos a buen puerto, pero me cuesta, me cuesta...