Es apenas una cálida gota,
indiscreta,
resbalando por un muslo
y el rastro de ardiente saliva en la espalda.
Es la huella dulce en los párpados,
en el lóbulo desnudo
y en la comisura de los labios.
Es el calor al otro lado de mi cama,
el último sorbo de mi penúltima Estrella,
el sueño,la vigilia y la distancia...
Y yo soy, tozuda mujer,
quien se diluye en el placer de imaginarla.
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