No quise rendirme nunca, que yo recuerde, aunque la memoria, tan sabia, quizá me engañe.
No quise renunciar y ahí sé que no me equivoqué, ni me equivoco.
No quise dejar de escribir y seguí leyendo.
No quise detenerme y fui nómada, hasta que al fin eché una honda raíz.
No quise dejar de amar, con todos sus desasosiegos y amé.
No quise irme y no me iré.
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