Me habló de una larga noche de risas, de música y de seducciones. Del dulce cansancio que llega luego y deja el cuerpo vencido, el cerebro relajado y el ego satisfecho. Me habló también de a quien echaba de menos, con motivo, pues es alguien importante, o más bien, la más importante y de hecho, cuando estaba a punto de llegar, se fue corriendo sin siquiera despedirse. Y yo me quedé en un silencio oscuro -sí, oscuro, que el silencio también puede tener color- y sin saber qué decir...
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