HABÍA UNA VEZ una ardilla que vivía en el tronco de un enorme castaño, que es el árbol que nos da las ricas castañas y que a las ardillas les gustan tanto. Ahí nuestra amiga la ardilla Margarita -que así se llamaba- vivía muy cómodamente, aunque también podría haberlo hecho en un zapato de mamá, por que era muy pequeña.
Una bonita mañana, mientras recogía nueces y avellanas por el bosque, pasaron a su lado mamá pata y sus seis patitos camino del río y Margarita les observó maravillada.
-Qué bonita familia!, pensó y se puso un poco triste. Ella no tenía a nadie, sólo a su amiga Luna, con la cual hablaba siempre antes de irse a dormir.
Esa noche, después de cenar, como era su costumbre, se encaramó a la rama más alta del castaño y esperó a que Luna se asomase y ésta, en cuanto que la vio, se dio cuenta en seguida de que algo le ocurría, pues la conocía muy bien.
-Qué te pasa, Margarita?
-Nada… Respondió la ardilla.
-Nooooo, pequeña, yo sé lo que te ocurre. Desde aquí arriba lo veo todo…Quieres contármelo?
Margarita la miró fijamente y le dijo:
-Luna, quiero tener una hija, pero no sé como hacerlo…
Luna sonrió con toda su redonda cara.
-Tranquila, sólo tienes que desearlo mucho y sucederá…
-Si, sólo eso?
-Sí, sólo eso, pero debes hacerlo con todas tus fuerzas.
La ardilla, nerviosa, comenzó a saltar de rama en rama y cuando estaba a punto de meterse en su casa, se volvió y lanzó un gran beso a Luna, que ella recibió muerta de risa.
Es su cama, Margarita cerró los ojos y soñó con su deseo, pero por la mañana todo seguía igual, con lo cual volvió a sentirse muy, muy triste.
Al llegar la noche, lo primero que hizo fue decirle a Luna:
-Me has engañado, sigo completamente sola!!!
Pero Luna, con su voz más dulce le respondió:
-Pequeña amiga, te dije que tendrías que desearlo con todas tus fuerzas, pero no que sería fácil. Debes de seguir intentándolo. No te rindas y lo lograrás! Tu esfuerzo tendrá su recompensa.
Así que, la ardilla le hizo caso y deseó cada día tener una hija y mientras ese momento no llegaba ordenó su casa, preparó una cuna, reunió frutos secos y bayas de todos los sabores y soñó, soñó, soñó y soñó con lo que más deseaba en el mundo y una noche, al regresar con la recolecta del día, la sorprendió un extraño murmullo que provenía del interior de su casa. Dejó caer todo lo que llevaba y saltando más veloz que nunca, asomó la cabeza en el interior y pudo ver a una diminuta ardilla en su cuna, jugando feliz con una cáscara de nuez.
Como loca comenzó a gritar:
-Luna, Luna, Luna….por favor, asómate a mi casa..
Luna le dijo:
-Lo sé ardilla, ya la he visto. Ves como lo has conseguido? Y ahora tendrás que pensar en un nombre.
- Ya lo he pensado. Se llamará como tú, Luna.
Y Luna, la gran luna redonda que escucha este cuento desde el cielo, rodeada de preciosas estrellas, se sonrió y pensó…”muy pronto las noches y el bosque se llenarán de risas...”
….y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
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