suelta mi mano
no me esperes
y se fue a lomos del humo denso de un cigarrillo
con las manos como siempre en los bolsillos
el paso firme
y la mirada en el horizonte
también como siempre volvió la cabeza
para regalarle su perenne sonrisa
el brillo de sus ojos
y el recuerdo de su sombra
y se fue
se fue al fin
en dirección a otra orilla
ya que después de todo era un alma fronteriza
permanentemente en equilibrio
con un pie a cada lado de cualquier línea marcada
y se fue emborronando su imagen
perdiéndose en el aire su aroma a noche y a fortuna
su sabor a oscuridad y a malandanza
enmudeció su delirio de conversadora incansable
y se quebró su estampa canalla
se fue
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