He estado pensando en alguien a quien he añorado mucho tiempo y a quien creí sentir cerca, pero no, me equivocaba y eso sólo añade dolor a la pérdida, es sumarle además la constatación de la propia estupidez, lo cual empeora considerablemente la sensación de ridículo, aunque al fin y al cabo, hacer el ridículo nunca me haya importado demasiado. Pero claro, son otras emociones las que laten debajo de lo obvio y esas sí que duelen y entristecen. Nada que no pase y no se diluya en las tinieblas de la memoria, pero mientras tanto...ahí sigue, con perdón, jodiéndome las horas.
He pensado también en qué le escribiría si le escribiese, si lo hiciese directamente y sin eufemismos y al final resulta que ya no sabría como hacerlo. Hay personas -pocas, por fortuna- que tienen la rara y cruel habilidad de dejarnos sin palabras, por más que una tenga costumbre de usarlas con más o menos destreza. No dejarnos sin habla ni sin nada que decir, sino sin ganas de decirles nada, porque realmente sería como echar margaritas a los cerdos. Las engulliría sin saborearlas como debiera y las defecaría más tarde sin haberlas sentido ni apreciado, así que...para qué...
Cuando alguien a quien hemos querido, deseado, dedicado nuestro tiempo, nuestra paciencia, intentado aceptar sus a veces inexplicables actitudes, sus vaivenes e incluso sus salidas de tono...cuando alguien, digo, después de todo, además le cuesta regalarte un minuto de su vida, sentarse un momento a compartir una mirada y un puñadito de palabras, señoras, señores, es que hemos estado haciendo el canelo. Es más y mucho peor, es que hemos querido inútilmente.
Los afectos fluyen o deben de fluir de ida y vuelta...o sino terminan por diluirse, aunque desgraciadamente, en el camino una de las partes pueda desangrarse antes de darse cuenta...No es el caso, que por fortuna salvo muchas lágrimas, mucho esfuerzo y muchas ganas...poco más he perdido, pero no deja de ser duro reconocerse un poco títere en manos ajenas.
En fin, la mañana se presenta viajera, desde los Emiratos Arabes a Luxemburgo, pasando por Vigo, el otro lado de la Ría, Andorra y a saber que otros puntos del planeta...pero desde luego, ahora sí que sí, voy a desayunar, que ya sólo me faltaba que también me jodiese el desayuno.
Feliz, feliz, feliz....martes de Carnaval, que unas nos pondremos o no, momentáneamente la máscara y a otr@s se le ha caído para siempre....
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