No sé si es una cuestión de edad o simplemente de cicatrices y aprendizaje, pero cada vez me cansan más algunas cosas. Alguien me dijo no hace mucho -sé perfectamente quien y él también-, que me había empeorado el carácter, si no sería una cuestión hormonal (siempre la misma historia, o estamos pre o estamos menstruando o estamos menopáusicas, se ve que nuestro cerebro el resto del tiempo está apagado o fuera de cobertura) o emocional (parece, dicen, que la ausencia de pareja estable también nos trastoca terriblemente) y el caso es que en su momento la respuesta fue esquiva y cambié de tema, porque esta es una de esas cosas en las que ya no entro, me niego a hacer el más mínimo esfuerzo en dar una respuesta inteligente a una pregunta idiota, eso en el mejor de los casos, porque en otro momento lo que puede pasar es que fulmine de algún modo al interfecto o interfecta. Y es entonces cuando resulta que me ha empeorado el carácter.
Tampoco puedo con el ejercicio de encantadora de serpientes permanente, no me da la gana, nunca me ha dado la gana, pero supongo que hubo un tiempo en que quizá me importase la opinión que l@s otr@s tuviesen de mi, pero ahora ya no, nada de nada. Es más, demasiada condescendencia por parte de cualquiera siempre tiende a parecerme sospechosa e incómoda, así que si me sale poner cara de palo, pues que me salga cara de palo, pero me niego a sonreir si no me apetece o a asentir si realmente discrepo. Y claro, es que me ha empeorado el carácter.
Insoportable hasta el cabreo me parece que alguien me recrimine por como pueda mirar a alguien o algo o no mirar. Con frecuencia me acusan de que lo hago con demasiado descaro (mirar de frente puede parecer ofensivo a algunas personas, se supone) o por el contrario que se me ha perdido la mirada y en esta última situación, en realidad es lo mejor que puede pasar, que entre en modo desconexión cuando lo que sea se me hace insufrible, porque de no ser así seguramente mi actitud podría ser mucho más desagradable. Y seguimos con la misma cuerda, es este carácter mio que ha empeorado.
Es superior a mis fuerzas el juego de la diplomacia -o el de no mojarse- en cuestiones políticas, en esos momentos en que todo el mundo se empeña en que, junto a la religión y el fútbol, son temas que no deben tocarse. Pues salvo en lo del fútbol, por el que tengo poco o ningún interés, en lo otro sí me mojo y discuto si es preciso, porque no entiendo que deba comulgar con ruedas de molino de nadie y menos todavía con actitudes y opiniones que en muchos casos atañen a mi propia identidad. Y, of course, cosas de que mi carácter...etc, etc.
Pues no, no es que mi carácter haya empeorado, NO, siempre ha sido el mismo, pero es ahora cuando por fin me he desprendido de capas de educación mal entendida, de insanos prejuicios, de poses que no llevan a ninguna parte y mucho menos conducen a ser mejor persona. Aunque tengo que admitir que algo sí ha empeorado mi carácter y es lo mucho que ha empeorado este país en el que vivo y que encima me tiene cabreada veintitres horas de las veinticuatro que tiene el día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario