No hay palabra capaz de emocionar lo que puede algún silencio, ni palabras capaces de herir como puede otro silencio. También hay silencios tóxicos, que envenenan a quienes lo mantienen y a quienes lo sufren y es que el silencio siempre es cómplice, para bien y para mal, así que conviene aprender a manejarlo.
SILENCIO. Se sueña.
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