Una habitación casi a oscuras, un cálido aliento en la nuca una madrugada cualquiera, dos respiraciones pausadas y profundas. Calma entre sábanas húmedas y el edredón revuelto nos delatan,
pero no importa, duermes. Te miro por encima de mi hombro, me vuelvo con cuidado, como un pez entre tus brazos y ya frente a ti me sonrio. Beso tus párpados dormidos y eres tu quien me sonrie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario