Para esta guerra de cada día me sobran armas, uniforme o bandera. Aunque miento sin quererlo, que algunas armas sí son necesarias, unas obvias, como la fortaleza o la cordura y otras cuya eficacia es variable, como la paciencia y finalmente, para restañar posibles heridas, más que un arma una medicina: la palabra, a menudo seguramente usada con poca destreza, pero que colocada cual apósito o sencilla cataplasma palia algunos dolores e incluso puede ser un sorprendente antipirético para aliviar ciertas fiebres del músculo cardíaco....
Caray, ahora que caigo " y siempre caigo en los mismos errores", que cantaba Chavela...se me olvidaba que esta carta la he empezado de manera poco ortodoxa y ya no tiene remedio, pero sí la terminaré como manda....la víscera que mande en estas cosas o el alma, si la hubiera o si la tuviera o tuviese, y te diré, amor mío, que la noche en que me faltas, esta y otras muchas noches, te trate con mimo y con ternura, que no me extrañes si no quieres, que no me busques si no te hago falta, pero que te acunen mis brazos desde que cierres los ojos hasta que amanezca y vuelva a darte los buenos días.
Ana.
Ana.
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