lunes, 18 de febrero de 2019






PUES NO

Levantando un sencillo muro entre el mundo y yo -apenas con unos cascos y Mozart-, decido dejar que el tiempo se deslice desde la nuca a mis dedos y de mis dedos a las teclas, escribiendo inconscientemente al ritmo de unos violines. Las voces no desaparecen del todo, pero se amortiguan y resulta placentera la ilusión de alejarse. Hum, cerca, lejos....Barrio Sésamo, ja. Lejos Venezuela, Africa, Brasil..., guerras, hambrunas, sunamis, terremotos, cadáveres ajenos... Cerca muertos propios, mujeres asesinadas por hombres, independentismos, nacionalismos de distinta índole y color, violaciones, bronco griterio fascistoide, las izquierdas, así plurales y en plural, menudo caos...
Y no hay manera, el muro al final apenas aisla solo del ruido exterior, pero no logra enmudecer el ajetreo  en esta cabeza inquieta y cerca y lejos se mezclan. Y luego está lo personal, el mundo diminuto con sus mañanas en que cuesta levantarse, en las mil labores por cuenta ajena ni remuneradas ni agradecidas, el trabajo poco gratificante, el salario que se queda corto y las horas que a veces sobran y muchas otras veces no llegan a nada, l@s amig@s que ya no están y l@s que por mil y una circunstancia no puedo ver, las cosas que querría y todavía no puedo, las que hay y no quiero..en fin, desasosiegos, amado Pessoa, desasosiegos, pero como dentro de este ser imperfecto habita una optimista -informada, eso sí-...vuelvo la vista atrás y recuerdo quién he sido, qué he hecho, a qué he sobrevivido y en qué he vencido o fracasado y aprendo y me empeño en no olvidar. Después, sin muro, sin cascos, sin red ni paracaídas miro dónde estoy, dosifico en lo posible mis esfuerzos y no pierdo de vista el horizonte de los sueños, esos donde caben proyectos utópicos, o no, amores nuevos, seguro, más sabiduría espero..., muchas ausencias me temo y qué?, pues que me niego a que me roben la memoria, conviertan en inevitable este presente en que pintan bastos o que me vendan un futuro empañado con lo peor de un pasado que no debería de volver. Así que con algún desahogo, una caña de vez en cuando y un mucho de voluntad, esta infante de los últimos coletazos del repugnante franquismo, la adolescente que fui de la democracia en pañales y la mujer un pelín cabreada que soy hoy en este país de confuso perfil NO se rinde. No me da la puta gana.