domingo, 25 de noviembre de 2018

MUTATIS MUTANDIS

Día... 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 9, 10, 11, 12, 13, 
Mirando fuera y escarbando dentro. Muy adentro.


Día... 14, 15, 16, 16, 17, 18, 19, 20
Salto sin red. Inmersión terapéutica.

Día... 21
Escuchas como desde la mordaza de las cajas -lejos- piden a gritos salir y agitarse hasta desencuadernarse...Maiacovski, Pessoa, Yourcenar y tod@s l@s otr@s. Te llega el insistente golpeteo de la virgulilla de la ñ, las tildes y los signos ortográficos (pom,pom,pom), todas las letras desordenadas, todas las ideas en revolución, sin obtener respuesta, mientras tu, enfadada a veces, pierdes pie sin poder rescatarlos y te dices Todavía como consuelo y vuelves al vértigo del naufragio, a aquel Fénix, al otoño y sus melancolias, al silencio afilado como una cuchilla, al viejo reloj  y a tu tiempo al tiempo, socorrido y necesario.

Día... 22
Vuelves sobre tus pasos y tus pesos, te tanteas la chaqueta y los bolsillos, sacudiendo las pelusas de la ropa, pelos de perro, una cana fugitiva y un resto de ceniza, mientras el griterío va en aumento e imaginas los cuadros de tus camisas ordenándose por colores, los pantalones de piernas cruzadas y los calcetines bipolares y mal emparejados. Y los zapatos, las babuchas y las botas?... menudo estruendo en la urgencia de correr y llenarse de barro -todos juntos y tan solos-.

Día... 23
Y tu aquí, el frío, la lluvia, la libertad condicional, sin sombrero, sin bufanda, sin bastón en que aliviar  la cojera intermitente, sin música, sin lectura...sin las cosas pequeñas que hacen hogar. Sin hogar en esta vorágine imposible de ahora sí, ahora no. Y en medio de todo o alrededor de todo o pese a todo....empeñada en resistir.

Día... 24 
Resistencia, resilencia, barricadas, pequeños gestos íntimos y diarios, la vida dando pataditas o patadas en el culo inquieto o en toda la cara y tal  y tal...., paciencia estirada cual chicle, pataleos públicos y privados, etc, etc, etc...pero al fin, pronto, cierto orden, cierta calma.

Día... 25
Con un pie puesto en firme y el otro dispuesto a seguir caminando, hay que echarse a la calle, ponerse por montera lo que toque, dejar la falsa seguridad de la retaguardia y avanzar.

Avanzamos nuevamente, mudando... 


 

viernes, 16 de noviembre de 2018





LA ALDABA A LA QUE YO NO LE DABA

Cuando sólo la tocaban los mayores, porque yo era demasiado pequeña para hacerlo, me moría de ganas de crecer para conseguirlo. Sin embargo, qué desilusión, terminé creciendo, pero lejos y no pude, y cuando pude, se había vencido una parte del tejado, la naturaleza había tomado al asalto el patio, la huerta y el jardín y hecho imposible subir la escalera de la galería, pero subí igualmente por la entrada principal, aquellos cuatro o cinco escalones de piedra y la vieja puerta de madera allí estaba, sujetándose en sus herrajes oxidados y vencidos por el tiempo y moribunda, en el centro, la no menos vieja aldaba de hierro, por fin a la altura de mis ojos y al alcance de la mano. La así con el ansia y la torpeza de la infancia enredándome los dedos y golpeé una vez, haciendo vibrar el mortal silencio del interior de la casa e insistí una vez más, pero ya no sonó, se desmayó en mi mano, sospecho que agotada de tanto esperar para hacer realidad el sueño de aquella niña que fui y cumplida su misión, dulcemente se rindió,
Desde entonces me acompaña en cada hogar que he ido teniendo, retirada de sobresaltos, que ya está muy mayor, pero siempre donde pueda verla, no sea que alguna vez tenga que dar algún otro golpecito a la memoria y me haga falta.

(RECUERDO de la casa de mis tatarabuelos y su aldaba maravillosa)

jueves, 8 de noviembre de 2018

VENDAVAL ENTRE TABIQUES


-Me acuerdo...contraluz, silencio, que no tiene cinturón y sus vaqueros caen un poco y del golpe de ternura cuando toma con naturalidad mis gafas si le hacen falta.

-Me acuerdo de Georges Perec y me acuerdo de mi cuardeno rojo y me acuerdo...Otro día de lluvia, la voz ronca todavía y la última mosca del último verano insistiendo en dibujar infinitos sobre la pantalla.
                                         Plás.
                                                Cambiamos insecto volátil por mancha rojo Kandinsky.
                                         Click.
                                                 Música. Hum. Viejos boleros y limpiarse los zapatos.

El mundo entero en un cuarto pequeño.
Es fácil ir y volver, del teclado a las faenas, de las faenas al infierno o viceversa, mientras se suceden, involuntariamente, incluso durante un ataque de tos, vaivenes de memoria y tomo nota mental.

1-Pequeñas Travesuras de hoy: hacerme la dormida por no dar conversación y negarme a comer otra cosa que no fuese sopa portuguesa y pan de centeno. Toda la culpa es de Mafalda, aunque a ella no le gustase la sopa. Terrible sería no haber conocido nunca Portugal, que no se me olvide volver.

2-Puñeteras impaciencias: insistir en escribir y eliminar, escribir y eliminar,  mismo mensaje en repetidas ocasiones. Resultado último, vence Eliminar.

3-Dolores cerebroemoviscerales...esos que tienen que ver con la lucha entre lo deseado, lo debido y lo permitido. Opción paliativa: esperar sin hacer ruido, no sea que nos desasosieguen o revuelvan nuestras cosas.
                       Parón y fogones.

 Y.........Ohhhh, me acuerdo, me acuerdo, de un libro al azar en una estantería, abierto también al azar, hace muchos años, apenas pasada la adolescencia: Ojos de Perro Azul, de G.García Márquez y la primera frase decía..."tengo miedo de que alguien entre en esta habitación y me revuelva mis cosas".
El miedo, el mio, era fundado. Afortunadamente.