domingo, 1 de marzo de 2015

PARA TRES




De repente ocurre algo, no necesariamente personal o propio y se nos remueven los cimientos o la singular maquinaria de la reflexión se pone en marcha. Y así ha sido este lluvioso y gris primer día de marzo, largo y cargado de un torbellino de emociones: sorpresa, tristeza, algún instante de mal disimulado enfado, miedo, ternura, admiración, amor, interrogantes...y no necesariamente en este orden. Sin embargo, al final también llegó la calma o alguna forma de extraña calma y me encontré imaginándome, imaginándonos a tod@s, como hechos de jirones, de pequeños y variopintos retazos, empezando por nuestro origen ancestral, que si neardentales o monos o a saber, nuestro adn marcando el color de nuestros ojos, la estatura o ese lunar junto a los labios, de un abuelo, una tia o una tataratatarabuela y terminando por nuestra memoria, hecha de pedazos de recuerdos, muchos a veces incluso de dudosa veracidad, pero ahí están, haciéndonos tal cual somos. Y también esa escuela a la que fuimos de niñ@s, el parque en el que jugamos, los abrazos que nos dieron y los besos que nos negaron; los olores y las voces que nos han ido acompañando; las pérdidas que no entendimos y las nuevas risas que nos hicieron la vida más fácil; la preguntas que nunca podremos hacer y que el tiempo terminará por responder si tenemos la paciencia necesaria...

Somos una especie de puzzle al que siempre le faltará alguna pieza, pero que pese a ello deja entrever quienes somos. Un retrato incompleto, sí, pero un magnífico boceto en blanco y negro al que el paso de los días irá dotando de pinceladas de color y de poco o nada nos sirve lamentar la falta de alguna de esas pequeñas piezas, perdidas unas definitivamente y otras todavía por encontrar, porque aunque hechos de esos pequeños trozos, reunidos nos han hecho quienes somos y eso, finalmente, es lo que verdaderamente importa....Es necesario no pararse y seguir construyéndonos.

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