lunes, 29 de julio de 2013

ANITA DIMINUTA

De niña, algunas mañanas  cuando ya me gustaba madrugar, acompañaba a mi abuela Aurora al huerto. No trabajaba en el, pero me gustaba verla a ella, hasta que descubrí la fascinación por observar las margaritas entre la hierba que esperaban abrirse con el sol. Ahora, mucho después, más cansada, con menos vista que entonces, continúo sin poder ver como se abren. Sin embargo tengo cerca, muy cerca, a una persona que me recuerda cada día a aquellas flores diminutas porque, como ellas, se abre con el sol cada mañana, espléndida y fascinante y así permanece hasta el momento en que empieza a atardecer y poco a poco se va cerrando camino de la noche...dulcemente.

Obviamente hay personas que necesitan la luz, aunque en este caso también la emana.

Gracias por tu luz.





No hay comentarios:

Publicar un comentario