domingo, 16 de agosto de 2015

APASIONADAMENTE





Cada vez son menos las batallas en las que decido seguir peleando, más  l@s amig@s a los que quiero cerca y escojo con cautela a qué o a quienes dedico mis horas y mis desvelos. Cada vez me es más fácil desprenderme de lo supérfluo, de lo excesivamente pesado y por supuesto, de todo lo tóxico, salvo mi impenitente adicción al tabaco y a unas cañas bien tiradas, de tarde en tarde. También voy dejando atrás recuerdos ingratos, malas horas y viejas pesadillas, procurando dormir más y soñar mejor...y debe de ser porque el tiempo no sólo ha traído canas y arrugas, sino que me ha enseñado a dosificar mis esfuerzos y a intentar no derramar ni un instante de este tiempo contado y precioso que es la vida.
Y aunque no todo es sosiego ni atardeceres bucólicos y sí son muchos los días difíciles, sigue salvándome de los infiernos mi otra adicción irrenunciable: la alegría. Por ello, ni la falta de sol que impide que los frutos del huerto maduren, ni ese dolor de cabeza que a veces me frunce el ceño, ni mis greñas rebeldes o los no menos rebeldes kilos que me sobran, ni siquiera algún frustrado enenmigo que me ronda, nada me borra la sonrisa y así ha sido desde que tengo memoria de mi misma. De modo que esta tarde de lluvia intermitente y fina, de domingo sin vaivenes, he vuelto a saltar al abismo blanco, con mis pequeñas alas y mis ganas de siempre, para escribir que sigo viva, apasionadamente viva y que así pienso seguir por tiempo indefinido.

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