miércoles, 24 de enero de 2018

FRENTE A MI VENTANA



En la galería, en mi mesa frente a la ventana, con los perros dormitando sobre su manta a pocos pasos de mi, ella en el estudio, también muy cerca y por lo demás...todo silencio, relativo obviamente, pero mucho más silencio que en la ciudad. Un silencio sanador, al menos en mi caso, tanto que cada día, cuando la tarde empieza a perder su luz, siento una renovada alegría ante la idea de disfrutar ese tiempo, unas veces más largo que otras, pero que siempre es bienvenido.

Esta noche vuelve a llover, la aldea donde ya casi vivo se repliega sobre si misma y tras los cristales se ven apenas las ténues luces de las casas y el humo de las chimeneas y este silencio de agua que ameniza estos instantes de placer sólo se interrumpe por algún chasquido de la leña en la chimenea.

Pienso en mañana, en lo poco que podremos hacer fuera y me sonrío, porque se está tan bien dentro, en la casa y en una misma, bueno, en una misma a ratos, que a veces hay más ruido en la maraña emocional de la que una quisiera. Pero, de todos modos, encontraré la forma de acallar lo que me incordie...y quizá escriba...o no, o tal vez estudie algunas cosas pendientes...o no, o me siente a leer tranquilamente...o no, porque hay todavía tantas pequeñas cosas por hacer...Difícil se me hace ahora decidir y me doy cuenta de que además estoy tecleando como excusa para retrasar el momento de las cotidianidades (cena, sofá, no se qué en la televisión, el sueño o no sueño, la hora de irse a dormir...el cepillo de dientes, un último pis, ponerse el pijama...), pero habrá que ir, que me esperan.

Buenas noches y feliz silencio.

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