sábado, 14 de enero de 2012

ME ALEGRO

Por alguna extraña razón le había perdido la pista, pero esta tarde,
sin buscarlo, se produjo el reencuentro y de nuevo me fascinó
contemplar su piel clara -piel inglesa y sin pensarlo siquiera,
mis manos ansiosas acariciaron la suave curva de su lomo.
Tampoco pude contenerme cuando en su mismo centro, mi nariz
aspiró profundamente aquel olor tan familiar..."Qué intensos son
algunos pequeños placeres a veces", murmuré en voz alta, al
detener la mirada en su rostro suspendido en el tiempo. Pensé:
parecen mentira todos los años que han pasado desde nuestro
primer encuentro. Unas pocas palabras, un instante de indecisión
y ya sin dudar la entrega más absoluta, de principio a fin y sin
descanso.
Fue en la vieja estación de Príncipe Pío, cuando todavía los trenes
que venían de Madrid hacia el Norte, salían de allí. Yo apenas
había dejado atrás la adolescencia y tu parecías ir camino ya de que
te descatalogasen: "Cuatro años de mi vida", Victoria Kent.
Una edición de bolsillo, corriente, de pastas blandas en tonos grises
y aquella fotografía. Pero ahora, mírate, convertido en una pequeña
joya, gracias a la paciencia y las manos de otra mujer -ah, siempre
las mujeres de mi vida-, que cosió tus páginas gastadas y llenas de
anotaciones y volvió a encuadernarte como una edición de lujo,
única y mía...y hoy repetiré el placer de leerte, para lo cual no era
necesario tanto vestido, es verdad, me bastaban las mismas palabras
desnudas, pero me alegro, me alegro de reencontrarte y de verte tan bien.

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