jueves, 6 de octubre de 2011

NOCHE DE TRENES

La noche pasada llegué antes al sueño que al final del cuento y me dormí entre los dos soles de mi vida. Abrigada por el calor de sus pequeños cuerpos pasaron las horas dulcemente, pero soñé con ella. Me vi en sus pupilas, a las que la luz daba un hermoso color miel, sentí deslizarse su pelo entre mis dedos, su mano en mi rostro y un nudo en el estómago. Sin embargo no había ni deseo ni tristeza ni dolor, simplemente estábamos mirándonos, tocándonos lo justo para cerciorarnos de que no éramos un espejismo.
En algún momento comenzamos a caminar sin prisa, mientras mi cerebro, como en una letanía, repetía cuánto me gusta la curva de su cintura, su voz, sus ojos...y cuánto me hiere la impostura de sus silencios, su distancia y sus miedos. Entonces pasó muy cerca un viejo tren y me quedé mirando las caras de sus pasajeros, personas a las que no conocía y que parecían dormidas. Pregunté en voz alta...¿A dónde irá?, y ante la falta de respuesta, me volví y no había nadie. Entonces pensé, ahora sí con tristeza, que había olvidado decirle algo y por si acaso podía alcanzarla todavía mi voz...grité "te quiero"...justo cuando pasaba otro tren y ahí me devolvió a la realidad la alarma del despertador.

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