martes, 9 de abril de 2013

SOÑAR CASI DESPIERTA


Esta noche me he quedado dormida muy pronto, como siempre que vuelve la paz a mi casa y me desperté muy de madrugada, con la nuca mojada y el corazón acelerado, pero sin duda no fue una pesadilla lo que me devolvió a la vigilia, ya que nada había de angustia ni de sobresalto, simplemente abrí los ojos, ví que la luz estaba encendida y la apagué.
Me acurruqué abrazada a mi almohada, escuché un instante para comprobar que los cachorros -los tres- dormían tranquilos y cerré los ojos. Sin embargo, presintiendo que el sueño no regresaría de manera inmediata, me coloqué los cascos que siempre tengo a mano y de nuevo, cerrando los ojos, dejé que la música me llevase allá donde quisiera. Y claro que me llevó, suavemente...a un botón y otro botón y otro más. No estaba realmente dormida, sólo en ese lugar indefinible en que la razón advierte pero no controla y seguí casi soñando, casi alerta,  desde unos senos hacia la línea a contraluz de un cuello y de ahí a la mandíbula, un pómulo poco marcado, unos labios entreabiertos y húmedos, hasta sentir un beso que no sabría describir si era más apasionado que dulce o más dulce que apasionado, pero que sí fue largo y excitante.
No podía ver su rostro ni su cuerpo, apenas descifrarlo con mis manos y mi boca. Se apoyaba sobre sus brazos, liviana, muy cerca de mi rostro, con sus manos en mi pelo. Mis dedos ansiosos recorrieron la suave espalda, la golosa curva de sus nalgas, las caderas, la cintura. Demasiado cerca, demasiadas ganas...rodamos hasta quedar de lado, frente a frente y ya sí ví su hermosa sonrisa y me pudo el deseo de devorarla, de quedármela dentro y nos besamos, lamimos, tocamos, estrujamos, como si no nos quedase tiempo para nada más y si alguien necesita el final de esta breve historia es que nunca ha deseado tanto a nadie.


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