domingo, 2 de junio de 2013

ENTRE MADRES

Parece claro que las afinidades de carácter, los hábitos comunes, las aficiones compartidas, la proximidad cultural, la edad...colaboran en el buen entendimiento con otras personas, pero no sólo. Con el tiempo he ido descubriendo que lo más importante de mi vida,  mi condición de madre, además de facilitar la comunicación con tercer@s, también afirma lazos.  Personas con las que probablemente no intercambiaría nada más que el escueto formulario de la educación, acaban por formar parte del círculo de pequeños afectos que de otro modo nunca habrían traspasado esa línea imaginaria y luego, probablemente lo que más valoro,  aporta comprensión, complicidad, apoyo, respeto con otras mujeres que por sí mismas ya son un regalo para mi, pero que además son madres y eso lo hace todo mucho más fácil, al contrario de lo que pudiera parecer en principio.

Entre madres, aparte del insufrible sopor que puedan padecer quienes no lo son
escuchando batallitas de l@s nen@s, el tiempo se mide de manera diferente, se entiende eso a veces tan difícil de explicar a otr@s, como son las prioridades innegociables, se palpa el AMOR con todas sus letras en mayúsculas, no se cuestionan las ojeras de las malas noches, los imprevistos son en realidad los planes, cuando nos decimos "te quiero", sabemos que estamos diciendo no más que a ell@s y siempre después de ell@s y no cabe esperar que eso cambie.

Cuando era más joven y prácticamente hasta que mis hijos nacieron, nunca me había parado a pensar en lo habitual que es que muchas parejas que se separan acaban emparejándose de nuevo con otras que también tienen hijos, pero luego sí he ido reflexionando sobre ello y especialmente desde que he pasado a formar parte de ese extenso club. Cierto es que tampoco he buscado nueva pareja y que hasta establecer una relación erótico-festiva-afectiva tuvo que pasar muuuuucho tiempo,  pero ahora entiendo mucho mejor cuánto y cómo pesan los hijos para empezar de nuevo y cuánto facilita las cosas que la otra parte esté en una situación similar. Claro que tampoco se me despintan los cientos de veces que las parejas se hacen añicos por el mismo motivo, por un lado los añadidos de ambas partes pueden ser el enemigo dentro de la casa, sobre todo si deciden que nadie ocupe el lugar de la parte ausente y por otro, no todo el mundo es capaz de la empatía suficiente para ponerse en pellejo ajeno y la vara de medir no es la misma y ahí ya es muy difícil de avanzar por buen camino. Pero como soy una optimista -informada- y sigo confiando en mi buena estrella, voy a defender que entre madres nos vamos entendiendo...


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