miércoles, 23 de mayo de 2012

ENTRE EL MALANDANZA Y EL MAR

Cada día, a esta misma hora, pasa entre el Malandanza y el mar, una mujer esbelta, de pelo corto y cano, embebida en la lectura de algún libro. Camina despacio, sin girar la cabeza nunca y apenas levanta la mirada para comprobar que ni un perro ni un árbol la obliguen a variar su rumbo....Nada de particular, supongo, pero siempre tengo la tentación de unirme a su paseo, acompañarla también con un libro, que es algo que añoro desde que este sueño me quita el sueño: tener tiempo para leer y hacerlo paseando.

Sin embargo, me limito a verla pasar y a esperarla con cierta impaciencia cuando se retrasa. Ningún interés personal, simple y vulgar envidia, la verdad. Pero como otras presencias o como la música, van haciendo de esta dedicación diaria algo mucho más llevadero. Y ya sé, ya sé que me conformo con poco o eso parece, porque en realidad no me conformo, no me resigno, no me paro, no desisto -no insisto en según que cosas, pero no desisto, no- y además me resisto a no pensar que, cualquier día, entre el Malandanza y el mar seré yo quien pasee, pero yo sí volveré la cabeza, saludaré con una sonrisa y un hasta luego y me daré un laaaaaaaaaaargo paseo, es más, quizá lo haga en buena compañía. Si quieres, claro.






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