miércoles, 10 de octubre de 2012

FELIZMENTE SERENA...

Lo bueno de haber recuperado la calma, por fin, es que ya pocas cosas me alteran (no incluyo, por supuesto, la política ni a quienes nos desgobiernan!), aunque eso no quiere decir que no tenga preocupaciones, que sí que las tengo, para dar y regalar, pero qué bueno es reencontrarse, asumirse, quererse...

Recuerdo cuando me cambié de casa para vivir sola, quiero decir sin pareja,  después de veinte años de vida en común, en que todo me suponía un enorme esfuerzo, no físico, pero sí emocional. Ver a mis hijos tan pequeños colocando sus cosas, en su desconocimiento de lo que realmente suponía aquello, con una alegría que no era capaz de compartir, pero que conseguí disimular, supuso un desgaste del que me costó reponerme, sin embargo ahora, que nos hemos mudado otra vez y espero que para mucho más tiempo, todo tiene otro color. Aunque no soy una persona a quien le cueste "hacer hogar", la casa que hemos dejado estaba -y no me había dado cuenta del todo hasta que no me he ido- llena de amargura. Bien es cierto que, con el tiempo, ha habido también en ella momentos felices, pero han sido los menos, así que este cambio, que aparentemente no tiene nada de especial, sí está cargado de significados. No sólo cambia el paisaje de mi día a día ni las caras de quienes me encontraré en el rellano de la escalera. Cuando hoy eché el cerrojo tuve una sensación absolutamente sorprendente, sentí que al fin cerraba una  etapa y entendí el bienestar de las últimas semanas, que no han sido ni mucho menos de descanso y de hecho han estado salpicadas de contratiempos, algunos muy serios, pero en todo momento he estado entera y tranquila.

No sé vivir sin pelear por lo que quiero y la resignación no está entre mis palabras ni mis principios, pero es verdad que en algún momento hay que ser consciente de que hay luchas que no nos llevan a ninguna parte y ahí estoy, en asumir que hay que utilizar las energías en causas y en personas que realmente valgan la pena. Es absurdo desperdiciar tiempo y esfuerzo en aquello que no conduce a ninguna parte ni en quienes no se merecen ni un segundo más de nuestra atención ni nuestro afecto.

Los años, además de regalarme algunas arrugas, muchas canas, algún que otro kilo de más, algo de vista de menos..., me han dado también un pasado del que hablo con orgullo, amiga@s a l@s que adoro, los mejores hijos del mundo -cómo no!!!-, errores de los que he procurado aprender y no repetir, la posibilidad de conocer a gente que ha dejado huella en lo que soy, también responsabilidades con las que estoy dispuesta a torear y sobre todo me han dado las armas necesarias para hacer que mi vida siga estando llena de sueños, de ganas y de esperanza en que, pese a todo, cada mañana valga la pena despertarse, en el supuesto de que haya dormido, que eso es ya otra historia..



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