miércoles, 24 de agosto de 2011

SIN LAS PALABRAS JUSTAS

Súbitamente la asaltaron todas los motivos que la herían, todas las razones que ensombrecían esa tarde de verano y sin embargo, las palabras que convertirían en argumentos sus latidos...no acudieron.
Aferró el teléfono, en la confianza de que tras romper el hielo con el saludo cortés de siempre, los pronombres, verbos, artículos, adjetivos, sustantivos,...se ordenaran como por arte magia y dotaran de sentido al temblor sutil de su voz.
Un tono..., dos..., tres..., cuatro..., cinco..., seis tonos...notas sin partitura ni destino. Silencio solamente.
Y entonces pensó que, después de todo, podría escribir lo que quisiera-debiera-necesitara y enviarlo por correo electrónico. De modo que abrió el ordenador, se situó en "nuevo correo", introdujo su e-mail, el asunto...y......y nada. Tras unos minutos llegó el estadio siguiente, el del vértigo, no el tan socorrido al papel en blanco, o en este caso a la pantalla casi en blanco, sino a la ausencia de palabras, que aunque poco a poco fueron recuperándose, sólo aparecieron aquellas más manidas, frases hechas, párrafos enteros atestados de lugares comunes, pero ninguna suficientemente concreta, afinada -que no afilada- ni atinada. Sin embargo pudo más el férreo deseo de mantenerse firme en la decisión tomada, y a pesar de todo, consiguió escribir aquella mínima carta, que al terminar no quiso releer e inmediatamente colocó el cursor sobre enviar y con un sólo click...la envió.

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