Esta nueva aventura vital y profesional tiene una vertiente interesante, bueno, no sé si esta sería la palabra justa, pero en cualquier caso, tiene una faceta que aviva mi curiosidad, que ya de por sí no era pequeña...
Aunque la mayor parte de mi vida la he pasado trabajando cara al público, en este ambiente las cosas se ven de otra manera y por ende a las personas. El lugar, la música, determinadas horas, los efluvios etílicos...se prestan a las confidencias, no requeridas -quede claro- y a la observación de la vida de los otros o al menos de una parte.
Me conmueve lo sola que está la gente, lo sol@s que estamos tod@s. Me maravilla la entereza de otros en momentos realmente difíciles, pero también me sorprenden los juegos malabares que practican algunas personas con quienes les quieren y a quienes ni de lejos corresponden. Mucho perro del hortelano se ve por esta orilla del mar...Ni sí ni no ni todo lo contrario. Y una, por supuesto, no entra ni sale, aunque a veces se reconozca en otra piel.
Obviamente, no tengo tiempo ni ganas para desmenuzar lo que un día tras otro me voy encontrando ni tampoco sería de ley escribir sobre ello, por que, en el fondo sentiría que violo una especie de secreto de confesión -que nadie me califique de pretenciosa o algo peor, pero es que llevo muy mal las deslealtades y la falta de discreción-. El caso es que, rara es la noche que no regrese al silencio y la soledad de mi casa, al falso abrigo de mi lado de la cama, que no piense en todo el tiempo que desperdiciamos, en cuantos esfuerzos inútiles malgastamos nuestra energía y en cuanto nos traiciona el corazón.
Hay malandantes de muchos colores, pero también muchos con mala estrella.
Buenas noches a tod@s, sin excepción alguna.
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