La caja de Pandora, un cajón de sastre -desastre-, dos docenas de papeles, prensa amarilla, fotos sepia y jirones de memoria chincheteados en un corcho...
La luna por salir, la cama sin hacer y la ropa arrojada, que no colgada, sobre el silencioso galán....
Sobre la mesilla un libro, con la página once rota en un extremo, Pessoa o uno de ellos o uno de él y un blister sin empezar de una droga legal , de esas de "por no discutir" (bueno, vale, recete usted, recete, que ya me las tomaré) al límite de su caducidad...
No es un buen plan para volver, no le apetece demasiado, así que, mucho mejor irse al rincón menos ruidoso, con el mismo mar de cada día como paisaje y el leve murmullo de la música como compañía.
Sobre la mesa el Mac, sobre el teclado ocho dedos, cinco de la derecha y sólo tres de la izquierda, los que faltan doloridos de un mal golpe (aunque el acero ni se inmutó). El meñique y su vecino, el dedo corazón, ...siempre el corazón...., pero ya no le queda ni furia ni ira ni rabia ni fuerzas ni ganas ni luz ni fe ni nada...Sólo tiempo o a lo peor ni eso siquiera, que la vida no siempre da la tregua necesaria. Aunque supongamos que si, que tiempo sí le queda y que después de un buen sueño, si llega, el sol salga por el este y el suroeste no traiga lluvia y eso, que compuestas las canas, ordenadas las emociones, las calles recién puestas, con sus farolas y sus cruces, se suba al coche y ....
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