jueves, 29 de agosto de 2013

VELANDO

Velo tu sueño tardío, de noche larga de equilibrista, que hay horas en que el cerebro sólo sabe hacer malabares.

Velo, si, tu frágil sueño de cristal irisado, que bajo tus párpados anidan todos los colores y todas las sombras. Duende de cuento que te pierdes silenciosa en la maraña de tus bosques y luego reapareces, cual sonoro cascabel, con un sombrero lleno de ideas.

No existes.
Sí existes, aunque hay días en que te desdibujas como un espejismo... (Yo con la garganta abrasada por la sed y tu dándome a beber el sudor de tu nuca).

Sal, que no hay grieta en mis labios que no alivie tu boca.
Sal del oscuro fondo del mar y no te endulces la piel.
Creo que puedo darte el pie para que improvises nuevas canciones.
Sal y canta a lomos de tu elefanta y te acompañaré apenas rozando tu rodilla.

A dos palmos de ti, ambas sabemos, mi mano y tu melancolía, con vaievenes de mareas vivas.








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