lunes, 26 de septiembre de 2011

LECHUZA

Los ojos como lunas, el cielo sin estrellas, silencio alrededor y como una lechuza sorprendida, casi inmóvil, esperando la luz de la mañana.

Y vendrá el amanecer con sus estridencias, para las cuales el cerebro todavía no está preparado, pero ahí estarán, inevitables, el despertador minimalista y hortera del segundo, con esa especie de trino de pájaros, un niño que llora en un lugar por definir, el tráfico hacia el aeropuerto
-los aviones no, afortunadamente-, unos tacones desconsiderados que hieren com agujas, un portazo, otro portazo y algún tintineo de llaves que se alejan.

Y vendrán también las responsabilidades públicas -esas que una tiene que acometer en colaboración con otros, para otros y en presencia de otros-, los niños, el colegio... y el tiempo exprimido hasta el dolor, el propio, claro, por que el tiempo pasa inexorablemente. Pero con todo, será otro día ganado a la pereza y otra muesca más en el revólver sin cadáveres...

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