martes, 13 de septiembre de 2011

MADRID

A menudo recuerdo el profundo cielo azul de Madrid, otoños como este, que ya va asomando en la lejanía, en la terraza de nuestra casa, con la Dehesa de la Villa de fondo, una pequeñísima Leire tambaleante todavía en mi regazo y mi amor, el amor de mi vida, abrazándonos a ambas por la espalda.
Ahora, desde esta ciudad atlántica, con los niños cada vez menos niños, sola, con veinte años a la espalda, que no son una carga, sino una suerte, probablemente, de inmerecida fortuna y aunque la casa también haya cambiado de propietarios,...necesito regresar con tiempo, ya sin el dolor de la pérdida, o mejor, con mucho menos dolor -que eso sí es un lastre del que hay que desprenderse para volver a navegar más ligera-. Volver y exorcizar esos fantasmas que siempre quedan, haciéndonos un nudo en el estómago, abrazar sin lágrimas (y si las hay que sean de alegría) a los amigos...Miguel, Mónica, Marisa, Carmen, Tomás, Raquel, Paola, Ros, Clara, Elena,Mercedes, Mariel, Alejandra, Edu...Recuperar las calles, los bares, el banco de la dehesa, donde solía sentarme a leer, el metro, las tardes en el Retiro, las horas en el Reina Sofía y el paso inevitable por la "muellería" cercana..., las cañas bien tiradas de mi primer barrio, el rastrillo de Tetuán...o las noches en Chueca, cerrando garitos..,
Madrid, no me olvides, que voooooy...

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