jueves, 2 de mayo de 2013

MANOS


















He pensado, soñado, revivido...manos
como las de mi madre,
de las que he hecho apuntes desde niña
o las de mi abuela Aurora
enjugando mis lágrimas.
Manos tallando madera,
recogiendo flores,
levantándome  en las caídas
y luego curando mis heridas.
Manos de largos dedos
que me regalaron caricias sin cuento,
que tomaron las mías en tiempos amargos
o que escribieron cartas que aun conservo.
Cierro los ojos y las veo
y podría reconocerlas sólo por el tacto.
Las manos de mi hermano,
tan sorprendentemente parecidas a las mías,
las diminutas de mis hijos,
las de algún amigo y algunas mujeres,
las de ella,
recientes, suaves y conocedoras de mis secretos.
Rememoro también manos con adioses,
con arrugas infinitas,
con cicatrices de trabajo duro
y manos que arañan y hacen daño.
Manos negras y manos blancas,
en las mias, en mi espalda,
en mi cara o en mi sexo,
en madrugadas frías y en tórridas noches.
Pero también manos acusadoras
y puños como mazas, protestando.
Manos al aire y manos en el agua,
cálidas o heladas,
pero manos a las que asirse en la tormenta.

Y miro las mías, con sus surcos,
sus despedidas y sus caricias,
sus huellas indelebles y sus años...
y doy gracias, mil gracias a todas las manos.

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