jueves, 21 de julio de 2011

CARTA ABIERTA

Querid@ destinatari@ de mis pequeños desvelos (pequeños, no por que lo sean y no los sienta importantes, sino por lo pequeño del continente de esos desvelos, que soy yo y así me siento a veces,…diminuta.…)

A pesar de la frecuencia con que escribo todo tipo de cosas y de lo mucho que disfruto haciéndolo, el género epistolar me parece uno de los más comprometidos y difíciles, con independencia de que sea una carta privada o abierta, como esta, que es así por que me da la impresión de que le quita severidad, que no seriedad….

A lo largo de la vida se establecen todo tipo de relaciones y por los medios más variopintos, de las cuales unas se perpetúan en el tiempo y otras están nada más comenzar al límite de su caducidad. La nuestra, la que tengo contigo, la que tenemos….no parece en ningún caso que sea perecedera de manera inmediata, aunque sólo sea por lo que ya nos va durando, pero tiene altibajos y contratiempos que no son fruto de tu carácter o del mío, sino más bien del medio en que nos movemos. Es muy complicado percibir la ironía, la sutiliza de una cierta preocupación, si la distancia es premeditada o circunstancial, si un silencio es hijo de la falta de consideración o de un momento de apuro, en que la respuesta no puede ser inmediata…por que, claro, no estamos mirándonos permanentemente a los ojos ni escuchamos el tono de nuestras voces (salvo cuando hablamos por teléfono, que nunca nos hemos mal interpretado), sino que nos une y nos separa la pantalla de un ordenador.
Un ordenador que ha generado complicidad, expectativas, compañía en días duros, conocimiento….Desde él hemos compartido momentos de nuestras vidas que nos marcarán inevitablemente (en unos casos para bien y en otros no tanto), fotografías, confesiones, recuerdos, sueños, proyectos, afecto…Y me he parado a hacer balance, en general, pero sobre todo en nuestro caso en particular…y la única conclusión a la que puedo llegar es que, no lamento ni un solo minuto que te haya dedicado, incluso los más tormentosos, que de todo se va aprendiendo, y que, en realidad, nos ha acercado más de lo que nos ha separado, de manera que ya sabes donde seguiré estando y desde aquí te mando un puñado de besos con sabor a mar, que tendrás que compartir –ya sabes- hasta que nos veamos.

Ana.

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