miércoles, 7 de noviembre de 2012

EN FIN...

Acerca tu rostro a mis labios, no tu mejilla, tampoco tu boca, sino tu oreja que quiero contarte lo que soñé contigo. Quiero contarte mientras te respiro, mientras mi aliento te acaricia....que una noche, no sé cuando, estábamos como ahora, sentadas apenas a un palmo de distancia y eras tu quien se acercaba a mi para hacerme llegar tu voz pese al tumulto y la música. No sé si lo que sonaba era una potente percusión o si era mi corazón enloquecido, mi deseo golpeando con sus puños mi pecho, pero estaba aturdida e inmóvil. Sin embargo tu salvaste aquel palmo, aquellos veinte centímetros, como quien salta con pértiga y no fue tu voz lo que percibí, sino tus dientes mordisqueándome el lóbulo, tu lengua escribiendo en mi piel "no te muevas, que al fin estoy aquí". Y no me moví, cómo moverme si un latigazo saltaba de vértebra en vértebra, desde el coxis hasta la base de la nuca, dejándome vencida. Rendida, sí, sólo mis manos se crisparon buscando asirse al asiento de mi silla....Por dios, que nada la interrumpa! -pensé- y tu seguías serpenteante entre los senos, un beso, otro beso, diez, cien...no sé, mil tal vez y tus manos en mis pantalones y luego una dentro de ellos...Fueron unos segundos interminables, largos como el desaliento, hasta que al fin te escuché decir, mientras hurgabas ansiosa en mis bolsillos...

-Anda, déjame las llaves del coche, que creo que se me ha quedado el móvil.


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