martes, 26 de febrero de 2013

ME LO DEBIA. THE END.

Recuerdo nítidamente la primera vez, tu juventud, tus manos, tu voz y tus ojos. Luego mi viaje a Madrid, un puente de marzo, yo con mi fiel amante de entre guerras, tu con tu amor de entonces  y el encuentro de nuestros cuerpos desnudos en aquel mal iluminado pasillo. Después vino un temporal de primavera que os dejó en tierra y el primer beso robado en las húmedas calles de Santiago. Nada volvió a ser igual desde entonces, con aquella despedida tan cinematográfica, tu en el tren en marcha, aferrada a mi mano, bañadas las dos en lágrimas y yo en el andén...Y todavía hubo un verano, que no propusimos, de vacaciones a cuatro y del cual regresamos irremediablemente enamoradas.

Pasó un año de idas y venidas, de llamadas y de cartas, entonces todavía por correo convencional, tiempo entre fruta, la vendimia, la moto...y un cinco de noviembre de nuevo el ferrocarril me llevó hasta a ti, con billete sólo de ida. Sesenta mil pesetas en el bobillo, toda mi fortuna entonces y una bolsa de viaje. Te dije, una vez más en el andén: si encuentro trabajo antes de que el dinero se termine, me quedo, sino me iré.

Y  me quedé contigo...un año, otro, otro...así hasta veinte, varias mudanzas, nuestra casa, muchas guerras juntas, dos hijos, el regreso a Galicia, esta vez siguiéndome tu, por fin el libro de familia, la legalización de los niños..., amor, media vida.


Afortunadamente he escrito mucho en todos esos años, como siempre, porque esto es definitivamente lo último que te escribo y me alegra saber que algún día nuestros hijos podrán entender cuanto amé a su otra madre, en realidad cuanto nos amamos las dos.

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