martes, 21 de junio de 2011

LA PRINCESA ANA Y EL CAPITAN PEDRO

El primer sol de la mañana le dio en la cara, se frotó los ojos llorosos por el súbito exceso de luz y se desperezó antes de salir de su rincón, no fueran a despertarse los niños. Miró dulcemente a su compañera, dormida todavía, un poco encogida y vuelta de espaldas y al tiempo que pronunciaba a media voz su nombre, le acarició la mejilla:

-Ana, despierta. Tenemos que estar preparados para cuando los niños nos necesiten. Veeeenga, no seas perezosa…

Ana rezongó un poco, pero finalmente se incorporó.
Pedro estaba ya poniéndose sus medias a rayas, el pantalón hasta la rodilla, la casaca y su bonito sombrero. Ajustó los cordones de los zapatos y se sentó para observar y esperar a la princesa.
Ana, coqueta, alisaba el vestido con sus manos, peinaba luego sus rubios cabellos y se colocaba la corona….Estaba taaaaan elegante!!!
Pedro estaba maravillado ante su belleza, pero se dio cuenta enseguida de que le faltaban los zapatos. Se los acercó y la ayudó a ponérselos y a ajustarse las cuerdas.

-Por fin, princesa, estás perfecta!!

-Gracias, capitán, tu también estás muy guapo, pero no debemos entretenernos, ya casi es la hora….

De repente escucharon a los niños rebullendo en sus camas…

-Rápido, rápido, que se despiertan!!!

Sin perder ni un segundo más, se ayudaron mutuamente y en un abrir y cerrar de ojos, las cuerdas de las manos, las de los pies y las de las cabezas, estaban perfectamente colocadas en sus crucetas. Se sentaron juntos, con las espaldas pegadas a la pared y cuando los niños se les acercaron para jugar, ambos lucían una estupenda sonrisa, como era de esperar.

(Pedro y Ana son los títeres recién llegados a casa y recién bautizados por mis hijos)

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