sábado, 4 de junio de 2011

VIDA...VIDAS

Sin un segundo de descanso ni cuando el sueño me vence, ahí está el ejercicio de vivir...de estirar la vida hasta que se rompa. La vida cruel, injusta, desmemoriada, violenta y oscura, pero también hermosa, palpitante, sorprendente, rebelde y luminosa.
La vida que late en tu vientre, la que late en las pequeñas manos que se aferran a las mías. La que nos encontramos cada bendita mañana al despertarnos, a pesar de todos los pesares...La que se esconde bajo la espuma del mar o sobre nuestras cabezas, la que fluye despacio, imperceptible en el Arnoia o esa otra, que no vemos, pero ansiamos. Está claro que nunca seré carne de suicida, por que la vida sigue seduciéndome, aunque ahora me canse más que antes o la presbicia me haya puesto nuevas gafas. Vivir, vivir, sin más armas que las ganas ni más escudo que la voz, eso sí, voz sin cadenas ni dueño. Libre y mía.

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