lunes, 13 de junio de 2011

MARIA CASTRO

Hace unos días he tenido el inmenso placer de compartir lejanos recuerdos con alguien que lleva en mi vida….toda la vida. De hecho no sabría decir desde cuando, incluso durante varios años nos perdimos, cada una embarcada en su peripecia personal, hasta que ella, de una forma un tanto particular, volvió a encontrarme. Ahora nos escribimos alguna vez, hablamos por teléfono y además sé que sigue este blog, a pesar de lo perezosa que es para moverse por la red. Y , cuando nos veamos - lo cual no ocurre muy a menudo, ya que no vivimos demasiado cerca-, al placer de la vista, por que sigue siendo una mujer muy atractiva (y lamentablemente para mi, nada interesada en otras mujeres…) habrá que sumar también la placentera sensación de compartir una misma memoria. Por eso escribo estas líneas, por que sé que en un momento u otro me leerá y quiero que sepa que estoy deseando tener un hueco para irme al norte del norte, poner entre ella y yo sólo una mesa con unas cañas bien tiradas y las ganas de siempre de que nos sorprenda una deshora charlando…como en Ares, el último verano.
De mi afecto no le digo nada, por que ciertamente no es necesario, de puro evidente., pero sí quiero dejar constancia de cuánto agradezco que siga ahí, como siempre.

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