martes, 12 de marzo de 2013

ANACRÓNICA

Camino de los cincuenta, si escribiese del tirón para quienes se merecen el pobre regalo de mis palabras...casi no haría otra cosa, así que poco a poco voy haciéndolo, sin orden ni concierto, pero con la constancia y el agradecimiento de quien se sabe afortunada. Que pese a todo, lo soy.

Este año, 2013, comenzó para mi con una importante carga de tristeza y desasosiego, con pérdidas dolorosas e inesperados vaivenes. También con la necesidad imperiosa de encontrar nuevos paisajes, caras nuevas, voces, manos, sueños, calma...Pero no busqué o no al menos con el suficiente ahínco y sin embargo, la diosa Fortuna, una vez más, me ha salido al camino. Un camino salpicado de desencuentros, de tropiezos, de sinsabores ...y de repente, sentí una mano en el hombro que llegaba desde lejos, desde una isla, una isla real....hasta mi isla, aunque aun así, desde la distancia. Pero ha sido, no sólo mano amiga en el hombro, ha sido caricia, risa, ternura, sorpresa, aprendizaje, música y sobre todo, calma, añorada, necesaria, imprescindible calma en mi atropellada vida.

Conserva la mirada que tenía de niña, pero los años a la espalda, la decisión de no correr si no es preciso, las ganas de echar raíces, al fin en casa, pero sin cerrar ningún horizonte. Con su tercer ojo inundando su pupila y la mía y la de otr@s de imágenes, que en el fondo no son más que retazos de si misma. Con su presencia diaria, que incluso cuando no está no se va nunca del todo, menuda y firme, ha hecho que mi tiempo y mis penumbras se llenen de una luz nueva, cálida y serena.

En breve tenemos un encuentro pendiente y una apuesta, que si la pierdo la pagaré con placer, pero mientras tanto, mujer anacrónica, guárdame un segundo entre la nieve.




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