martes, 12 de marzo de 2013

TRES PARES DE PIES

Un frío intenso en el rostro, contemplando el mar, un niño bajo cada brazo buscando un calor que a  veces me cuesta encontrar para mi misma, pero que para ellos nunca falta.

Tres pares de pies para andar.

Tarde extraña, imprevista, en la que hemos vuelto sobre nuestras propias huellas buscando no sé que y hemos paseado en silencio un buen rato, hasta que el difícil vuelo de una gaviota a causa del viento, nos ha devuelto la risa justo cuando asomaba alguna lágrima callada en la cara del más pequeño.

Hemos continuado el paseo hasta la punta del espigón, charlando y cogidos de la mano, hemos jugado, incluso tirados en el suelo de madera y hemos continuado con las risas hasta la puerta del coche, pero ahí otra vez mutis. Pasados unos minutos retomamos la charla, una charla mucho más cruda que el peor de los silencios y finalmente les dejé sin las respuestas que esperaban, con sus mochilas al hombro y sus caritas de frío y me fui con una garra en el estómago...





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