martes, 19 de marzo de 2013

Como dos niños


"Le oí gritar  mi nombre, el único nombre por el que nadie más podría llamarme y corrió alocadamente tras mi coche. Me detuve y yo también corrí a su encuentro y el seguía repitiendo mi nombre, me quitó las gafas y tocó mi ojos, mi boca, mi cara...sus manos alborotaron mi pelo mientras nos mirábamos como niños los dos.

Milagrosamente las lágrimas no resbalaron por mi rostro, sino por mi garganta y fui capaz de regalarle una sonrisa".

Hay encuentros que aun siendo perfectamente predecibles...no dejan de sorprenderme y emocionarme.







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