Aunque a mis días les faltan horas para todo lo que querría hacer, eso no me impide ejercer de atenta observadora de aquellos que pululan, de algún modo, por mi vida. Por eso voy descubriendo como la pereza, en sus muchas formas, va ganando espacio y mermando energias:
-Pereza en el terreno profesional (mezcla de conformismo y vaguería) que nos lastra perpetuándonos en el mismo puesto de trabajo y haciendo lo menos possible…
-Pereza moral (o comodidad bien alimentada), que nos impide ser tan contundentes como deberíamos con la política, la discriminación, el cambio climático, los desastres, las guerras, etc.
-Pereza emocional (que en realidad es cobardía), conformándonos con relaciones de pareja gastadas y cómodamente grises –por que arriesgarse requiere un gran esfuerzo…-, o con amistades anodinas, con las que aburrirnos cada lunes y cada martes…
En fin, socorrida y maldita pereza.
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